febrero 14, 2021

¿Te sientes culpable por cuidar de ti mismx?

 

Es curioso pensar lo que nos cuesta disfrutar y hacer algo para nosotras mismas.

Y cuando lo hacemos (porque sabemos que es necesario) aparece la culpa y la sombra de los deberes y obligaciones. Tenemos y debemos llegar a todo y, además, mostrar nuestra mejor cara a todo el mundo. Esto es algo que escuchamos continuamente en consulta y pese a que todas sabemos que está mal, nos seguimos castigando, juzgando y criticando porque no hacemos aquello que tenemos que hacer.

La culpa, es esa emoción que nos hace sentir que no hemos actuado correctamente o que no hemos cumplido las expectativas generadas y como consecuencia llega la decepción (autodecepción, muchas veces). Así que, como bien hemos dicho al comienzo del texto, la culpa, nos lleva a dejar de disfrutar del momento que estamos viviendo sin dejarnos seguir adelante.

Hay múltiples causas que pueden ser el origen de que la culpa aparezca: la educación recibida, la religión, el apego, los tabús, las exigencias propias y de los demás. Desde que somos pequeñas nos juzgan y nos imponen deberes y obligaciones: “debes portarte siempre bien” o “deberías haberte dedicado a otra cosa” o “tendrías que estar ya casada” o “tendrías que haber tenido hijos ya” o “¿No te da vergüenza salir a cenar mientras tus hijos están en casa?” y así podríamos estar poniendo ejemplos hasta la saciedad. Pero luego llegas tu misma y en lo único que centras tu atención es en tus limitaciones y fallos, teniendo un diálogo interno exigente, duro y (porque no decirlo) despiadado: “ves, al final no llegas a todo, deberías haberte quedado en casa” o “Tendrías que haber terminado ese curso que empezaste ayer” o “Mira la cara qué tienes, tendrías que estar siempre arreglada y

bien peinada, la primera impresión es la que cuenta” o “El deber de una madre es estar siempre con sus hijos” o “Tengo que ser mejor en mi trabajo, soy un desastre”.

Todas estas frases salen todos los días en consulta, dejando claro que no solo la culpa nos hunde si no que estamos continuamente juzgándonos y dándonos latigazos. No olvidemos que es una emoción necesaria, pero en exceso, hace que no avancemos. Por eso, aceptar que en ciertas situaciones nos juzgamos demasiado y pensar qué estamos dejando de disfrutar por seguir dándonos con el látigo. Deja de fijarte en tus defectos y busca esas fortalezas y cualidades que tanto te gustan y para de exigirte tanto. Pero, sobre todo, deja de echarte en la mochila las opiniones y juicios de otras personas que no te van a ayudar en nada.

Cambiemos nuestra forma de hablarnos y aceptemos que no todo es como nosotras o el mundo espera que sea. Recuerda, no te impongas algo que no quieres, elige (siempre será mejor) aquello que te hace avanzar.

Financiado por el Programa Kit Digital. Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España «Next Generation EU»
ConEmoción Psicología
crossmenu